Un 12 por ciento de los gases de efecto invernadero emitidos a la atmósfera cada año por el ser humano -es decir, 1.800 millones de toneladas métricas- podrían ser contrarrestados produciendo carbón vegetal.
La sustancia parecida al carbón está hecha de plantas y otros materiales orgánicos, señala entre otros factores el estudio publicado en el diario ‘Nature Communications’.
“Estos cálculos muestran que el carbón vegetal puede jugar un importante papel para solucionar el problema del cambio climático”, explica uno de los autores del estudio y químico del Pacific Northwest National Laboratory, Jim Amonette.
“El carbón vegetal es una de las pocas formas por las cuales podemos crear energía al tiempo que reducimos los niveles de dióxido de carbono de la atmósfera y mejoramos la producción de alimento en las regiones más pobres del mundo incrementando la fertilidad de la tierra”, sostiene el experto.
El carbón vegetal se forma a partir de la descomposición de la biomasa como las plantas, la madera y la materia orgánica a alta temperatura en un proceso denominado ‘pyrolysis’.
Normalmente, la biomasa se desglosa y libera su carbono a la atmósfera durante una o dos décadas, pero como el carbón vegetal es más estable, puede retener el carbono durante cientos o miles de años, atrapando gases como el dióxido de carbono y manteniéndolos fuera del aire durante mucho tiempo.
Otros beneficios del carbón vegetal son: la mejora de las tierras, ya que incrementa su capacidad para retener agua y nutrientes; el descenso del óxido nitroso y las emisiones de metano del suelo en que se cultiva; y la producción de gas procedente de la materia orgánica que puede eliminar las emisiones de los combustibles fósiles.
Para realizar la investigación, los científicos estudiaron las fuentes de biomasa que aún no han sido usadas por los humanos para la alimentación como las hojas de maíz y los tallos, la cáscara del arroz, estiércol y hojarasca, entre otras. A continuación, calcularon el contenido de carbono y qué cantidad de cada recurso podía ser usado para carbón vegetal.
De esta forma, desarrollaron un modelo matemático que podía explicarse para tres escenarios posibles. El escenario máximo requería cambios significativos en el modo en que el planeta emplea la biomasa, mientras que el escenario mínimo limitaba la producción de carbón vegetal al uso de residuos de la biomasa y desperdicios que están disponibles con pocos cambios en las prácticas tradicionales.
El equipo ha descubierto que el escenario máximo podía contrarrestar el equivalente a 1.800 millones de toneladas métricas de emisiones de carbono anualmente y un total de 130.000 millones de toneladas métricas a lo largo de los primeros cien años. El máximo anual calculado de emisiones contrarrestadas sería del 12 por ciento de los 15.400 millones de toneladas métricas.
Los investigadores también calculan que el escenario mínimo podría secuestrar hasta mil millones de toneladas métricas anuales y 65.000 millones de toneladas métricas durante una centuria.
“Esto no se puede lograr sin esfuerzo”, ha explicado Amonette. “Usando el carbón vegetal para reducir los gases de efecto invernadero a estos niveles es un proyecto ambicioso que requiere una dedicación importante del público y del gobierno”, añade, al tiempo que apunta que “será necesario cambiar el modo en que se valora el carbono en la biomasa”.
Además, los expertos han señalado que su modelo tendrá que funcionar durante varias décadas para incrementar la producción de carbón vegetal hasta su nivel máximo posible.