Con la intención de demostrar que las costas de Florida no están contaminadas con el derrame de petróleo, Barack Obama junto a su hija y esposa se bañaron en las aguas de la localidad de Panama City.
La duda de si lo haría o no estaba en boca de la prensa desde que se anunció que pasaría el fin de semana en el estado de Florida. Se especulaba que el baño podría producirse el domingo, ya que el sábado el presidente tenía programado reunirse con empresarios locales para conocer de cerca la realidad del vertido.
Sin embargo, a las pocas horas de llegar a Panama City y después de dirigirse a los estadounidenses en un discurso en el que aseguró que las playas de la costa del Golfo “están limpias, son seguras y están totalmente abiertas al público”, se despejó la incógnita.
Obama dejó sin argumentos a los escépticos que desconfían que las costas del Golfo de México sean seguras y estén limpias después de los millones de litros de crudo que han sido vertidos al mar tras el accidente de una plataforma petrolera de la compañía británica BP.
En este viaje no los acompañó su hija mayor, Malia, que está disfrutando de un campamento de verano. Sin embargo, para sorpresa de los periodistas que viajan con el presidente, quien sí no se perdió el viaje fue la mascota presidencial, el perro de aguas portugués que les regaló a las niñas el senador Edward Kennedy.