En la calle de Regent, en Londres, Inglaterra, una mujer de 24 años, se sometió a una tortura emulando lo que sufren miles de animales en pruebas que se hacen para la elaboración de productos cosméticos.
Tres conceptos fueron los necesarios para Jacqueline Traide, y así lograr de apoco crear conciencia en las personas y sensibilizarlas en estos temas: Performance artístico, marketing agresivo y protesta enérgica a favor de los derechos de los animales.
Diez horas duró la tortura para esta valiente y conciente mujer, que se dejó rapar, inyectar, arrastrar, atar y electrocutar, además de aplicarle irritantes en los ojos, se le hundido en preparados químicos y se le aplicó en la piel una serie de productos abrasivos.
En vitrinas de la tienda de cosméticos Lush, que se jacta por que sus productos son hechos sin dañar a los animales ni el medio ambiente, Traide y el artista Oliver Cronk, que hizo de médico, realizaron la performance y presentaron como los animales son maltratados muchas veces de una forma cruel, lo que a muchos los lleva a la muerte.
Marketing “conciente” y conciencia extrema, se hicieron presentes en esta actividad en defensa de los más indefensos.