El adelgazamiento de la capa de ozono podría estar dejando cicatrices graves por quemadura solar en las ballenas del mundo, denunciaron especialistas el miércoles.
Un estudio a ballenas en el Golfo de California durante los últimos años muestra que los mamíferos marinos muestran ampollas y otros daños típicamente asociados con el daño de la piel que los seres humanos sufren tras la exposición a la radiación ultravioleta. Eso haría una nueva amenaza para animales que ya estaban en peligro.
Las ballenas serían particularmente vulnerables a las quemaduras solares en parte porque necesitan pasar mucho tiempo en la superficie del océano para respirar, socializar y alimentar a sus crías. Puesto que no tienen pelo ni plumas, eso significa efectivamente que están tomando sol desnudas.
En palabras de Laura Martínez-Levasseur, autora principal del estudio: “Los seres humanos pueden ponerse ropa o gafas de sol, pero las ballenas no”.
Martínez-Levasseur, quien trabaja en la Zoological Society of London, pasó tres años estudiando a las ballenas en el Golfo de California, o Mar de Cortés, el apacible cuerpo de agua que separa a la península de Baja California del resto de México.
Se tomaron fotografías de las ballenas para llevar registro de los daños visibles. Se tomaron pequeñas muestras con dardos disparados con ballestas para examinar el estado de las células de su piel.
Su estudio, aparecido en la publicación Proceedings of the Royal Society B, parece confirmar las sospechas planteadas por primera vez por uno de sus colegas dedicados a la observación de ballenas: Los animales mostraban lesiones asociadas con el daño solar y muchas de sus muestras de piel revelaron patrones de células muertas asociados con la exposición a la radiación UV.
Como ocurre con los seres humanos, las ballenas cuya piel es más clara parecen tener más dificultades con el Sol. Las ballenas azules tenían daños de la piel más graves que los de sus homólogos de piel más oscura, como los rorcuales y cachalotes, aunque este último pasa mucho más tiempo en la superficie del mar.
Hasta el momento, no hay indicios de cáncer de piel entre las ballenas estudiadas y Martínez-Levasseur —quien también estudia un doctorado en la Universidad Queen Mary de Londres— subrayó que sólo se tienen muestras pequeñas.
Fuente: AP