Una de las energías renovables más desconocidas es la energía geotérmica. Como todas las energías renovables, se trata de energía obtenida a partir de fuentes naturales inagotables. En este caso se aprovecha el calor del subsuelo para generar energía. Como sabemos, el interior de nuestro planeta acumula una gran cantidad de calor, pudiendo alcanzarse en el núcleo temperaturas superiores a 5.000ºC. A mayor profundidad, la temperatura se va incrementando, esto es lo que se conoce como gradiente geotérmico, y es precisamente en lo que se basa la energía geotérmica. Existen zonas en las que este gradiente geotérmico es muy alto, es decir, podemos encontrar temperaturas muy altas a profundidades relativamente bajas.
El funcionamiento básico de una central geotérmica es sencillo. Consiste en una perforación a gran profundidad, la cual puede alcanzar varios kilómetros. El gradiente geotérmico medio es de 1ºC por cada 37 metros, lo que implica que en un pozo de 5 Km podemos obtener una temperatura cercana a 150ºC. En dicha perforación se instala un circuito cerrado de agua, mediante el cual se inyecta agua, que al llegar al fondo se calienta hasta convertirse en vapor. El vapor saldrá de nuevo a la superficie a alta presión, moviendo una turbina, que a su vez accionará un generador para producir energía eléctrica. Por último, el vapor se hace pasar a través de un condensador para volver de nuevo a estado líquido y se inyecta una vez más completando el ciclo. El principal inconveniente de este tipo de centrales, es que a medida que inyectamos agua fría para convertirla en vapor, la roca se va enfriando, siendo necesarias paradas periódicas para que ésta recupere su calor.
En ocasiones, existen acuíferos cercanos a un foco activo de calor. En estos casos, la central es ligeramente diferente, aunque su funcionamiento será similar. El agua almacenada en estos acuíferos puede alcanzar temperaturas superiores a 200ºC. Se realizarán en esta situación dos perforaciones. La primera, permitirá la salida del agua en forma de vapor a muy alta presión, que al igual que en el caso anterior, moverá una turbina, que a su vez accionará un generador. A continuación, el vapor pasa al condensador para volver a convertirse en agua y se inyecta de nuevo en el subsuelo a través de la segunda perforación.
No todas las plantas geotérmicas están orientadas a la producción de electricidad. Las llamadas “centrales térmicas de baja temperatura”, utilizan yacimientos térmicos de entre 60ºC y 100ºC. La principal finalidad de estas centrales son sistemas de calefacción urbana. Calientan agua y la bombean a través de grandes redes de canalización utilizadas como sistemas de calefacción en poblaciones. Destacan las grandes centrales de este tipo en Islandia, aprovechando la gran actividad geotérmica existente en el país.