Cada vez se hace más frecuente en Europa –sobre todo Suiza y Alemania- el uso de “paredes vivas” en el diseño de edificios, permitiendo así que entre el concreto y el hierro florezcan ciudades con jardines verticales.
Pero no sólo es una fiesta para los sentidos, sino también una tremenda ayuda el medio ambiente, sobre todo porque mejora la calidad de vida de quienes viven o trabajan en esos edificios y a la vez aumentan las áreas verdes de la ciudad.
Una hermosa idea… digna de imitar en todo el planeta.